Desapegarse y desconectar del trabajo: maneras de conseguirlo

Hoy quiero ponerte una prueba. Traquilo/a. Son solo tres preguntas. Y tienen que ver, por supuesto, con el modo en que enfrentas tu trabajo día a día. Vamos allá:

  • ¿Si has tenido un día malo en el trabajo, te sientes deprimido todo el día y sin ganas de nada?
  • En cambio, ¿si has tenido un día bueno, te sientes eufórico y piensas que la vida es maravillosa y todo puede salir bien? 
  • Cuando estás con amigos y familiares, ¿sólo hablas de trabajo?

¿Has pensado ya tu respuesta? Genial. 

Si al menos dos de ellas las has contestado afirmativamente, tienes un gran apego emocional a tu trabajo.

Cuidado, yo no estoy diciendo que esto sea malo. Eso quiere decir que eres una persona responsable, que le gusta lo que hace y que se preocupa por lo que está haciendo.

Sin embargo, tu vida no puede girar sólo en torno a eso. Tenemos que saber identificar los problemas y categorizarlos por importancia. Los problemas del trabajo se quedan en la oficina, y cuando volvamos al día siguiente, ya nos ocuparemos de ellos. 

Voy a hablar sobre algunas formas de desapegarte emocionalmente de tus tareas y cómo desconectar del trabajo para que puedas tener un día a día más tranquilo, y puedas conciliar mejor el trabajo con tu vida familiar y social. 

1. Sé objetivo 

Y hablo emocionalmente, claro. No puedes tomártelo todo personalmente, y la mejor forma de conseguirlo es haciéndolo deliberadamente. Por ejemplo:

  • ¿Tu jefe te ha dicho un comentario negativo con respecto a tu trabajo? Tómatelo como una crítica constructiva para seguir mejorando. Si no lo ha sido, sé respetuoso e intenta olvidarlo lo antes posible.
  • ¿Hay un cliente insatisfecho con tu trabajo? Sé sincero contigo mismo y comprueba en lo que te has equivocado (los errores están para aprender). Si el cliente no tiene razón, simplemente ignora su comentario. 

Tú decides cómo tomarte todas las cosas que te pasan. Tu eliges si estos pequeños baches en el camino van a hacer que te cambie el temperamento durante todo el día, o en cambio los vas a interrogar de manera positiva para hacerte mejorar. 

EL PROBLEMA NO ES EL PROBLEMA, SI NO TU ACTITUD FRENTE AL PROBLEMA

2.  Desahógate, pero no mucho 

Te voy a poner en una situación que seguro que te suena:

Tus amigos y tú. Un viernes por la tarde. Quedáis en el bar de siempre a tomar unas cañas después de trabajar para contaros cómo os ha ido la semana y pasar un buen rato juntos. 

Por supuesto, sale el tema del trabajo. Seguro que más de una vez has hablado sin parar de los problemas que tienes en el trabajo, de si tu jefe, de si tal cliente, de si tal proyecto… 

Desahogarse esta bien. Te quitas estrés de encima y tienes el apoyo de la gente que te quiere para seguir dando lo mejor de ti. Sin embargo, hablar y hablar sin parar del tema no va a solucionar nada, ¿verdad? Con esto sólo conseguirás que no se te olvide el problema y que no seas capaz de desconectar del trabajo que estás haciendo. 

Cuando vayas a tirarte una tarde de cañas quejándote de tu trabajo, piensa si realmente merece la pena y te vas a sentir mejor, o en cambio, solo vas a conseguir acordarte más tiempo del problema y sentirte frustrado. 

3. Respeta tu horario de salida

Me voy a quedar un rato más, tengo que terminar un proyecto…Estoy esperando la llamada de un cliente…Mi jefe todavía sigue en su oficina...

Esto son motivos suficientes para quedarte más tiempo en el trabajo, o no. Depende de ti. Lo cierto es que a ti te pagan por estar trabajando tus horas de oficina, y no tienes que sentirte mal por ello. Si eres productivo y estás concentrado durante tu jornada laboral, no le debes nada a nadie, y deberías salir de tu oficina en el momento que te toca. 

Si quieres saber cómo mejorar tu concentración y productividad, te dejo este artículo sobre dejar de procrastinar en el trabajo.

Para conseguir respetar tu horario y no aplazar el momento de salida de doy un consejo: ponte una razón específica por la que tengas que salir obligatoriamente (ir a clases de inglés, tener entrenamiento, quedar a merendar con tu hijo…)

4. Recuérdate a ti mismo que no es tan importante

Y es la verdad porque, realmente, no hay nada realmente importante que pueda hacer que tu día sea un desastre. Respira hondo, intenta pensar lo más objetivamente posible y recuérdate a ti mismo frases como:

  • En sólo trabajo. Tengo muchas más cosas que me importan. 
  • No voy a permitir que alguien externo a mí tenga poder sobre mis emociones.
  • Necesito guardar energía para aquellos a los que quiero. 

Está genial querer ser el mejor en lo tuyo. Pero recuerda, tú y tu bienestar deben estar primero que tu trabajo. 

5. Habla con tus compañeros sobre algo más que trabajo

Dentro de la oficina, también se puede practicar esto. En el descanso, a la hora de comer… Habla con tus colegas de algo más aparte de trabajo. Esto no solo te servirá para mejorar el desapego del trabajo, sino que mejorarás la comunicación entre el equipo y conocerás mucho mejor a las personas con las que trabajas. 

Además, podéis hablar del tema y daros consejos mutuamente sobre la forma en que cada uno lidia con esta situación. 

Finalmente, mi consejo general y lo mejor que puedes hacer para llevar una vida plena y satisfactoria es disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. Intenta ver el lado positivo de todo, y cuando estés haciendo una acción llévala a cabo sin pensar en problemas ni situaciones externas. 

Esto me recuerda a una gran frase de la película de Green Book (sí, está en Netflix):

«Mi padre solía decir: cuando trabajes, trabaja. Cuando rías, ríe. Cuando comas, come como si fuera tu última comida»